EDUCAR EN EL VALOR DE LA DERROTA: una lección de humanidad

En una sociedad obsesionada con el éxito, la competitividad, y la constante búsqueda de reconocimiento, las palabras que alguna vez comunicó el director de cine italiano, Pier Paolo Pasolini, resuenan como un llamado urgente a replantearnos los valores con los que educamos a las nuevas generaciones. Su reflexión nos invita a despojar al fracaso del estigma y verlo como una oportunidad para construir identidades más auténticas y resilientes.

Educar en el valor de la derrota no significa resignarse, sino enseñar a los jóvenes a reconocer que la vida no es una carrera en donde «el primero siempre gana». Es una invitación a valorar la humanidad que emerge en los momentos difíciles, a aprender a reconstruir desde la adversidad, y a encontrar fortaleza en la vulnerabilidad.

Es entonces que frente a un mundo en donde la superficialidad y el individualismo a menudo triunfan, Pasolini propone una ética de comunidad y solidaridad. Es una propuesta revolucionaria: valorar más la dignidad que el éxito, y la justicia sobre la ambición desmedida. Este enfoque no sólo desafía el paradigma actual, sino que también abre camino para formar líderes y agentes de cambio que entiendan que el verdadero progreso se construye colectivamente.

 

A continuación, te compartimos la reflexión completa de Pasolini:

«Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota.

En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge.

En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados.

En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser.

Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud«.

 

En i-Leaders, compartimos esta visión: educar no sólo para triunfar, sino para ser humanos en el sentido más pleno, construyendo caminos en donde el fracaso sea parte de un aprendizaje enriquecedor, y no sólo un fin en sí mismo.

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